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martes, 13 de noviembre de 2012

Condicionamiento Operante


Desarrollado por B.F. Skinner, se trata de un método de aprendizaje (entendido éste como “modificación de la conducta en base a la experiencia”) basado en la relación existente entre una conducta determinada y su consecuencia, de tal modo que el sujeto puede voluntariamente decidir qué comportamiento desarrollar (operar) en función de la consecuencia que ello le reporte.

Esta forma de actuar en base a la consecuencia que obtenemos se da en todos los animales, incluidos los humanos, y se rige por la siguiente premisa:

-      Una consecuencia percibida como positiva tras un comportamiento determinado, provocará que dicho comportamiento tienda a repetirse con más frecuencia o intensidad (aumentar);

-      Una consecuencia percibida como negativa tras un comportamiento determinado, tenderá a repetirse con menos frecuencia o intensidad, incluso a extinguirse (disminuir).

Así pues, el hecho que va a determinar que un comportamiento se repita más o menos veces en el tiempo no es sino la consecuencia que acarree dicho comportamiento, repitiéndose a menudo si la consecuencia es agradable y desapareciendo si la consecuencia es desagradable. Aplicando esta teoría es fácil concluir que si queremos modificar una determinada conducta debemos modificar su consecuencia (aunque más adelante estudiaremos que también influye el “antecedente” que precede la conducta, y que también podremos modificar).

Estas consecuencias que influyen en el comportamiento pueden encuadrarse como sigue, siendo fundamental que entendamos muy bien este esquema para poder valorar nuestras acciones y así comprender qué refuerza o debilita ciertas conductas, deseadas o no:


Aumenta la Conducta

Disminuye la Conducta

Añade estímulo

Refuerzo Positivo

Castigo positivo

Elimina estímulo

Refuerzo Negativo

Castigo negativo



Como vemos, aquello que provoca un aumento de la conducta (en frecuencia y/o intensidad) se denomina “refuerzo”, que será “positivo” cuando requiera la adición de algo, y “negativo” cuando implique la sustracción de algo; del mismo modo, todo aquello que provoca una disminución de la conducta (en frecuencia y/o intensidad) se denomina “castigo”, que será “positivo” cuando requiera la adición de algo, y “negativo” cuando implique la sustracción de algo. Es importante aclarar que la palabra “negativo” en este contexto no tiene ninguna connotación ni califica nada, simplemente implica “sustraer, quitar, eliminar”, del mismo modo que la palabra “castigo” no tiene ninguna connotación negativa ni equivale al significado que popularmente se le da, sino que simplemente significa “disminuir o extinguir” un comportamiento.

Veamos algunos ejemplos de cada una de ellos:

-      Refuerzo positivo: (te ofrezco algo que te gusta) si el loro está en silencio, le premio con un cacahuete. De este modo, la conducta deseada (que el animal esté en silencio) tenderá a repetirse pues el loro encuentra una recompensa (el cacahuete) que le satisface. Del mismo modo, si el animal grita y le premiamos por ello (aún si ser conscientes de ello), el animal tenderá a gritar más. Por ejemplo, si nuestro loro encuentra divertido el bullicio y nos acercamos a él gritándole para reprocharle sus gritos, en realidad reforzaremos su comportamiento y gritará más a menudo.

-      Refuerzo negativo: (te quito algo que no te gusta) nuestro vecino entra en casa y se acerca velozmente a la jaula de nuestro loro para repetirle “lorito bonito, hola, dime algo, lorito, hola, bonito” … si el loro permanece en silencio el vecino se aburre y se marcha. La siguiente vez que entre el vecino, el loro estará muy callado para provocar que el vecino desaparezca, es decir, la conducta de estar en silencio se habrá reforzado ante la desaparición del vecino (que es lo que desea el animal).

-      Castigo negativo: (te quito algo que te gusta) ¿quién no se ha encontrado en el siguiente escenario? Salimos de nuestra casa, cerramos la puerta y llamamos al ascensor. Entramos y pulsamos la tecla “B”. Descendemos y salimos del ascensor en la planta baja, topándonos de frente con nuestro vecino del cuarto. Amablemente le decimos “buenas tardes”, pero él no nos responde pese a que es evidente que nos ha escuchado. Silencio. Nos vamos y pensamos “menudo maleducado, la próxima vez si no me saluda él yo tampoco lo haré”. Y, en efecto, la siguiente vez que nos lo encontremos al salir del ascensor no le saludamos a la espera que, si quiere, lo haga él. Este es un caso típico de CASTIGO NEGATIVO, ya que nuestra conducta (saludar al vecino) tenderá a disminuir o no repetirse al haber sido eliminado el estímulo (el saludo del vecino) que nos motivaba a comportarnos de ese modo.

-      Castigo positivo: (te doy algo que no te gusta) ante los gritos del loro, su dueño golpea la jaula irritado, asustando al animal. Los gritos tenderán, a priori, a disminuir ante la violenta respuesta de su dueño, aunque como explicaremos más detenidamente, esta solución no es tal y acarreará problemas futuros.

Así pues, comprobamos que podemos influir en la conducta de nuestra mascota modificando la consecuencia que ésta obtenga de sus propios actos, potenciando aquéllas respuestas deseadas y  tratando de minimizar las indeseadas, y aquí comienza la labor del adiestrador sensible a esta circunstancia.

1 comentario:

  1. Necesito contactar con un etologo porfavor, es importante!!!

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