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viernes, 26 de octubre de 2012

Etología

Hoy vamos a comenzar a explicar algunos conceptos básicos sobre el estudio del comportamiento animal que posteriormente nos serán de gran ayuda a la hora de entrenar y adiestrar a nuestros animales.

La etología se define como la “rama de la biología que estudia el comportamiento de los animales”, por lo que se trata de una disciplina sometida a los principios que rigen y delimitan la metodología científica.

Los etólogos pretenden comprender los motivos que llevan a los animales a comportarse de determinada manera, combinando el trabajo de laboratorio y de campo, aunando disciplinas como la ecología, neurología, anatomía y psicología. Pese a que el estudio del comportamiento animal se practica desde el principio de los tiempos (resultaba útil saber, por ejemplo, qué incitaba a un león a atacar), su auge tuvo lugar a partir de la segunda mitad del siglo XX al comenzar a trasladarse parte de sus hallazgos al comportamiento del propio ser humano como especie animal que es.















Existen dentro de esta especialidad una serie de nombres que, de un modo u otro, han marcado su devenir a lo largo del tiempo por lo que es interesante conocer algo sobre ellos:

Charles Darwin, podría ser considerado como el primer etólogo al publicar, en 1872, su obra “The Expression of the Emotion in Man and Animals”, de gran influencia entre sus colegas de la época, en la que trata diversos aspectos del comportamiento que él considera programados “genéticamente” que le ayudan a construir su teoría de la evolución de las especies.

Konrad Lorenz, considerado el padre de la etología moderna, profundizó en conceptos como “comportamiento instintivo” e “imprinting” (identidad con la propia especie) a través de lo que denominó “fixed action patterns” (patrones de comportamiento, invariables e inevitables, que desarrollan los animales ante la presencia de un estímulo neuronal determinado, como el famoso ejemplo del polluelo de gaviota (Laurus dominicanus) que picotea el pico anaranjado de su madre para estimularle el reflejo de regurgitamiento y así ser alimentado con mayor frecuencia, (comportamiento frecuente en muchas otras aves como refrenda W.M. Bernstein en “A Basic Theory of Neuropsychoanalysis”).
                                           Polluelos de gaviota (Laurus dominicanus) picoteando el pico de su
                                                          madre para estimularle a regurgitar. Foto: Brian Gratwicke.
Karl von Frisch, compañero de K. Lorenz (con quien en 1973 compartió, junto al también etólogo  Niko Tinbergen, el Premio Nobel de Medicina), quien estudió el complejo sistema de aprendizaje y comunicación de las abejas, a través de sofisticados bailes, capaces incluso de recordar y discriminar colores (algo a lo que también podemos enseñar a nuestros loros como explicaremos en otra ocasión), lo que supuso una revolución en el conocimiento sobre la comunicación animal.
Ivan Pavlov, famosísimo psicólogo ruso que profundizó en el concepto del aprendizaje por asociación, dando lugar al denominado “condicionamiento clásico”. Se consideraba que las conductas podían ser de dos tipos: innatas y aprendidas, entendiéndose hasta entonces que los comportamientos aprendidos lo eran fundamentalmente por “habituación” o por “observación”. Sin embargo, con su archiconocida “teoría del perro pavloviano”, Pavlov demostró que los animales son perfectamente capaces de aprender por asociación de conceptos, de tal modo que es posible condicionar (provocar) un comportamiento predecible ante la presencia de un determinado estímulo que refuerza dicha conducta. Obviamente, esta constatación supuso una auténtica revolución entre los etólogos, influenciando decisivamente en las formas y técnicas de adiestramiento animal.
B.F. Skinner, científico norteamericano nombrado como el “psicólogo más influyente del siglo XX” (http://psycnet.apa.org/?&fa=main.doiLanding&doi=10.1037/1089-2680.6.2.139),
padre del “condicionamiento operante”, y como tal, piedra angular de este blog. Esta teoría describe el estrecho vínculo entre el comportamiento y la consecuencia (relación causa-efecto) asumiendo que los animales son capaces de aprender las consecuencias derivadas de sus propios actos (voluntarios y no sólo reflejos como en el caso del condicionamiento clásico), lo que les permite desplegar un comportamiento determinado en busca de una consecuencia predecible.
En base a ello, sabemos que si una conducta X tiene una consecuencia que el animal percibe como positiva, ésta tenderá a repetirse con mayor frecuencia o con más intensidad (si permanezco en silencio y me dan un cacahuete como premio, tenderé a permanecer en silencio con más frecuencia), mientras que si una conducta Y tiene una consecuencia percibida como negativa, ésta tenderá a repetirse con menor frecuencia o intensidad (si grito y me castigan, tenderé, en principio, a gritar menos). Por último, si una conducta Z no tiene ninguna consecuencia (ni positiva ni negativa), dicha conducta tenderá a extinguirse (si grito y no pasa absolutamente nada, volveré a gritar; si nuevamente no pasa absolutamente nada, volveré a gritar; pero tras varios gritos sin que absolutamente nada suceda, probablemente dejaré de gritar).

Esta teoría basada en el refuerzo de los comportamientos, fue posteriormente probada en multitud de animales de las más variadas especies (desde peces hasta elefantes) por los discípulos de Skinner, Marian Bailey y Keller Brenand (su primer esposo), desarrollando y profundizando en todos aquéllos conceptos que son característicos de este tipo de condicionamiento como son "refuerzo positivo", "momentum conductual", "refuerzo diferencial de conductas alternativas" etc, y que, por su importancia, estudiaremos detenidamente en próximas entregas.
 Un saludo.

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