Tengo un plan

Antes de comenzar a adiestrar una conducta determinada, es aconsejable diseñar un plan de entrenamiento que seguirá el siguiente esquema general.

-         Visualización y descripción de la conducta definitiva que pretendemos obtener.

-         Capturar (obtener) una conducta.

-         Reforzar esa conducta.

-         Modelar la conducta según los criterios deseados.

-         Asignar una señal para que se realice la conducta.

-         Afianzar la conducta añadiendo distracciones.

En mi opinión, el adiestramiento animal se compone de tres ingredientes principales, aunque sus proporciones dependen del enfoque que cada uno pretenda. Para mí, son los siguientes:

-         50% ciencia: conceptos como “refuerzo positivo”, “Principio de Premack”, “análisis del comportamiento aplicado”, “extinción”, “momentum conductual”, “refuerzos variables”, etc. son términos con los que la ciencia define y describe diversas situaciones que han sido estudiadas bajo su riguroso prisma, y que se ha demostrado empíricamente que funcionan cuando se aplican correctamente. En mi opinión, cuánta más importancia otorguemos a las técnicas científicas, menor posibilidad de improvisación tendremos, lo que conllevará una mayor comprensión y confianza en nuestra tarea. Este es el motivo por el que en este blog, como ya dije en su presentación, procuraré exponer los conceptos científicos que explican muchos de los comportamientos de nuestros animales.

-         40% habilidad mecánica: como siempre subraya uno de los máximos exponentes del adiestramiento animal, Bob Bailey, “el entrenamiento es una habilidad mecánica”. En efecto, optimizar el uso del clicker (haciéndolo sonar en el instante exacto en que se produce la conducta que queremos remarcar), ser consistentes en nuestras repeticiones, elegir el refuerzo adecuado, etc. son destrezas mecánicas que influyen decisivamente en el resultado de nuestro entrenamiento, y, como tales, se aprenden y perfeccionan con tiempo y constancia.

-         10% arte: aunque yo prefiero llamarlo “sensibilidad” para saber, por ejemplo, cuándo estamos corriendo demasiado con un animal o cuándo podemos correr más, en qué medida podemos ir subiendo el listón (shaping), cuándo un individuo da muestras de frustración o cuándo está muy motivado, etc. Este aspecto del adiestramiento también se perfecciona con la práctica, pero requiere de una dosis de empatía con nuestra mascota que no se puede enseñar.

En definitiva, y pese a que mucha gente considera que adiestrar es un arte, yo más bien pienso que es principalmente una ciencia que requiere de la aplicación de ciertas técnicas y habilidades mecánicas, adecuadas a cada caso, y sazonadas con cierta empatía con el sujeto que estemos entrenando, de modo que todo el mundo está capacitado para, con un poco de interés y esfuerzo, adiestrar a su loro algunos trucos que, sin duda, contribuirán a que mejoremos nuestra relación y a que ambos nos divirtamos.

Así pues, y en coherencia con esta aproximación “científica”, es muy recomendable que llevemos un “diario de entrenamiento” en el que anotemos los avances y retrocesos que vayamos obteniendo, de forma detallada, pues estas observaciones nos pueden proporcionar, posteriormente, información muy valiosa para analizar el comportamiento de nuestro loro. Además, escribiendo ese diario es más probable que nos aproximemos de forma seria y rigurosa al entrenamiento de nuestra mascota.

Así pues, armaos de papel y lápiz porque en mi próxima entrada comenzaré a desgranar los pasos del plan general que he descrito, y diseñaremos un plan concreto.

Un saludo!